Tenía que buscar la segunda puerta, esa que me llevaría a mi propio mundo. Totalmente ideado y creado por mí, el mundo de Eva.
Donde me pudiera vestir como me gusta. Donde pudiera ser yo y no todas. Donde me negara a lo colectivo. Donde la verguenza que aprendí no existiera. Un lugar donde poder aceptar con inteligencia la edad. Donde lo ajeno nunca sería mío ni lo mío de otros. Donde las palabras no pudieran dañarme. Donde "te quiero" no significaría "me pertenecés".

Y así, ese lugar único y perfecto para mí, se convirtió sólo en una ilusión, conmigo adentro, atrapada en ideales y dudas.

Me olvidé lo que era ser todos, nadie y Eva a la misma vez, pero creo que puedo volver a aprender.
1 comentario:
guauuuuuuuu
que profundo paralos dias de hoy
saludos
Publicar un comentario