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miércoles, 23 de febrero de 2011

Rayuela

Evidentemente, tengo un problema con el tiempo.
Mi lado de allá... pensamientos irreproducibles, deseos que no puedo contar. La preocupación por desconocer el futuro, el alivio de la incertidumbre, el impulso de aprender cada día algo nuevo, escasas palabras y sueños secretos, muchos sueños.
Mi lado de acá... lo que dejo ver, lo cotidiano, el amor que sea capaz de dar, todas las risas posibles que pueda arrancar de mi boca, escasas palabras y sueños conocidos, muchos sueños.
Otros lados... yo también dibujé con tiza en la vereda, los nueve mundos de mi rayuela. Me pregunto en qué mundo estoy. Cuánto me costará permanecer en la tierra. Cuánto me quedará para llegar al cielo. Cuál mundo sufrí más, cuál menos.
¿En qué momento me convertí en lo que soy y dejé atrás lo que era? es la pregunta recurrente.
Como decía la Maga de Cortázar:  "— Es tan violeta ser ignorante. Yo no me sé expresar. A lo mejor otras podrían explicarlo mejor, pero yo siempre he sido igual: es mucho más fácil hablar de las cosas tristes que de las alegres.—"
Quisiera llegar al cielo, habiendo pasado antes por la tierra.

lunes, 14 de febrero de 2011

Quiero...

un corazón diminuto para las pasiones desmedidas...
uno minúsculo para guardar los resentimientos...
uno moderado para templar las corrientes frías en épocas solitarias...
uno intermedio para almacenar las penas que no quiero olvidar...
uno limitado para vigilar las culpas...
uno accesible para el que quiera entrar de por vida...
uno estrecho para el que desee sólo un vistazo...
uno espacioso para amontonar los pertrechos internos que nunca estoy dispuesta a ordenar...
Y uno, de cualquier tamaño, que sea capaz de resistir los altibajos. Que sea talentoso para inventar al otro cada día. Que sea justo cuando me enoje sin razón. Que sea fiel cuando se sienta tambalear. Que se haga cargo de su condición frágil. Que te quiera y me quiera tal cual somos.
Quiero un corazón que continúe peleando siempre cuando se sienta en contra de  la razón, porque evidentemente al mío, le cuesta entender razones cuando son por la fuerza.

lunes, 7 de febrero de 2011

¿Por qué escribo...

... cuando escribo?
Tal vez, en algún momento, hace muchísimo tiempo, necesité ponerle palabras a mis sentimientos. Cerrar todos mis signos de pregunta con alguna respuesta.
Quizás para vivir en una ilusión ajena. Para no olvidar lo que inexorablemente se olvida con los años. Para subsistir en los demás. Para vivir, morir y renacer cada día.
Para poner letras a mis prolongados silencios. Para ajusticiar a los problemas que la vida me brinda. Por amor, odio, resentimiento, dolor, felicidad,...
Para pensar en lo que soy, en lo que quisiera convertirme y en lo que definitivamente no quiero ser.
Para ser el personaje de mi libro preferido. Para estar en esos lugares en los que no voy a estar nunca, en los imposibles, en los deseados, en los imaginarios.
Para rescatar la infancia, sus imágenes y sus aromas. Porque disfruto de la soledad que me da escribir. Porque descubrí que en mi, encuentro las soluciones que no encuentro en nadie más.
Porque me enseña a ser mujer, madre, hija, hermana, tía y ahora... suegra.
Porque me gusta. Porque si. ¿Esto es ser escritor? No lo creo. Pienso que es ser un incomprendido por uno mismo. Es necesitar más respuestas que los que no lo hacen. Es ser la propia bocanada de aire fresco.
Me gusta... porque si.
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