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miércoles, 25 de noviembre de 2009

LOLA



Parada en una esquina de la zona roja, Lola espera con dolor en los pies. Lleva más de dos horas y todavía le quedan otras dos,  tiempo necesario para poder comprar algo de comer para mañana.
La noche es peligrosa pero rinde más. Los hombres que salen de los bares, prefieren pagar por compañía antes de enfrentar  la soledad de un hogar sin una mujer.
El amor es algo descartado para ella, desconoce también la pasión. Es probable que todavía no se acostumbre, pero no tiene otra salida para matar las necesidades.
El aroma a perfume barato, apaga alientos a alcohol, palabras de desprecio y caricias no deseadas. Se entrega cada noche con la mente en blanco, tratándo de embriagárse con el propio perfume de su cuerpo. Un cuerpo mutilado por la necesidad.
        No pensar, es otra de las habilidades adquirídas con la profesión. No piensa, no duele. Vende entre las sábanas al mejor postor, lo que le queda de dignidad.
Su boca, nunca fue besada con amor. Nunca probó el dulzor de labios comprometidos. Ya no siente. No necesita. No desea. Pero su corazón, seguramente  sigue virgen, esperando.
Zapatos gastados de andar, medias corridas y una cartera raída, son sus posesiones para compartir. Lo demás, guardado como tesoro, una habitación luminosa, tal vez un jazmín florecido, fotos de un tiempo mejor, le dan la bienvenida cada noche.  Pero Lola no se rinde. Siempre puede haber un mañana mejor. ¿Puede esperar un mañana mejor?
Y yo la miro, parada en su esquina. ¿Qué más puede esperar? A veces sonríe, parece que todavía le quedan motivos para sonreir.
La bauticé Lola, e imagino su vida con sólo verla. ¿Qué es lo que cada día la lleva a vivírlo? ¿Cuáles serán sus ilusiones, si es que aún le queda tiempo para soñar? ¿Tendrá sueños?
Una mujer no se rinde nunca, pienso mientras la miro subir a un auto. Y la veo partir, con un desconocido, resignada a entregar lo poco que posee, un cuerpo gastado y un corazón que ya no siente.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Arco iris


Cuando veo todo negro, cuando creo que no hay salida, suerte o un destino feliz. Cuando la vida parece un calvario de gente atormentada y me veo entre ellos caminándo sin rumbo. Cuando la única puerta que veo es la que me lleva a bajar los brazos, resignarme, conformárme, ahí es cuando hacés tu entrada salvadora, conociéndo en detalle lo que necesito, organizándo tu vida y lo que podés de la mía. Y no te cansa ni te aburre, lo hacés solamente por mí.
Con tu autosuficiencia, me obligáste a aprender a ser yo misma. Con tu inteligencia te enfrentáste a mi inmaduréz.
Llegáste hasta donde nadie pudo y lográste transformar mis días en historias que contar. Matáste mi inercia con tu voluntad.
Cuando grité por dentro me escucháste y cuando lloré sin lágrimas lo notáste.
Aprendíste de mí  sensibilidad y yo de tu lealtad. Me has confiado todos tus secretos, yo los he omitido.
Has logrado milagros de una noche aburrida. Me has hecho feliz con algún regalo atemporal y rompiéndo mi triste rutina, cambiáste mis reglas estrictas con un viaje inesperado.
Puede sonar cursi, pero es algo que no puedo evitar al hablar de sentimientos. No sé si somos el uno para el otro pero nos complementamos.
¿Porqué no puedo ser como vos? ¿Porqué siempre tengo que estar aprendiéndo a vivir? ¿Porqué la sensibilidad no me sirve como a vos, para notar errores y pedir disculpas? ¿Porqué me falla la intuición cuando algo grande está pasando adentro tuyo?
Quiero ser como vos, el tesoro al final de mi arco iris.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Libertad



Una vez más, subió las escaleras angostas que daban a la terraza. Trepó la pared y caminó haciéndo malabarismos para no caer, hasta llegar al techo. Era el lugar predilecto para observar el mundo, pensar o simplemente, dejarse estar.
 Nadie la buscaba, pero imaginaba corridas desesperadas dentro de la casa, tratando de encontrarla. Ese día en especial necesitaba que alguien notara su ausencia.
Pensaba que cuando fuese grande, les enseñaría a sus hijos, lo que significa ser autosuficiente, la palabra dependencia y también les enseñaría, a tolerar la indiferencia. Ella aún no estaba preparada para entender sus significados.
Nadie estaba buscándola. Esperaba impaciente.
Sentía que su necesidad por los demás, no era correspondida con la misma intensidad. Necesitaba que la recordaran, que la extrañaran. Necesitaba ser el oxígeno de alguien.
Su madre regresa a casa. Ella sigue sola, mirándola desde las alturas.¿Qué puedo hacer para que me extrañe más?
Tal vez si pudiese volar, mi madre no me olvidaría jamás. ¡A ella, le encantan los pájaros! ¡Pero necesito un par de  alas!
Podría ser ángel en vez de pájaro. Mi mamá dice que los ángeles nos cuidan y me parece que también le gustan. Tal vez una mariposa de colores brillantes para deslumbrárla, un barrilete para que se divierta, una abeja para darle toda mi miel, podría ser un hada mágica para hacerle realidad todos sus sueños.
Podría seguir siendo yo misma, aprendiéndo, comprendiéndola, queriéndola como ella me quiere a mí. Además, siempre me dice que soy todo eso y mucho más.
Las alas ya las tengo, ella me las dió alguna vez....

viernes, 13 de noviembre de 2009

Las mujeres somos de Venus, los hombres son de Marte


Caminándo por cualquier calle mendocina.
Venus: ¡Hola! ¿Te acordás de mí?
Marte: Tu cara me es familiar. No sé, no estoy seguro. ¡Hola!
Venus: ¿No te acordás? Han pasado treinta años, pero yo me acuerdo  siempre de vos.
Marte: Mmm, si, me parece que ahora me acuerdo. No sé.
Venus: Salímos cuando eramos jóvenes y estuvimos de novios un par de años. ¿Cómo puede ser que no me recuerdes?
Marte: Es que ha pasado tanto tiempo. Hemos cambiado tanto que no sé cómo podés reconocer a alguien después de treinta años. ¿Treinta años dijiste? Yo no puedo. Pero tu cara me es familiar. ¿Querés tomar un café y lo charlamos?
Venus: Tengo tiempo. Siempre tengo tiempo para hablar de recuerdos.
Marte: Bueno contáme algo que me refresque la memoria. ¡Che, siempre tan linda vos!
Venus: ¿Cómo siempre tan linda, si no te acordás quién soy?
Marte: Bueno pero si me decís que han pasado treinta años, puedo notar que fueron más tiranos conmigo que con vos.
Venus: ¿En serio no te acordás? ¿Nada te quedó de esos años de novios? ¿No te acordás de nuestra canción preferida, nuestro aniversario, nuestra primera vez, la primera pelea? ¿Te olvidáste que yo estaba loca por vos? ¿Que cuando me dejáste, lloré durante meses?
Marte: Bueno, no debe haber sido para tanto sino me acordaría. Mirá ¿y si vamos a un lugar más tranquilo y lo conversámos hasta que, tal vez yo me acuerde de algo?
Venus: Adiós.
Venus camina , sin mirar atrás, con lágrimas en los ojos por no haber dejado un sólo  rastro, en lo que pensaba había sido su relación más importante.
Marte mira el reloj, paga los cafés sin terminar y regresa a la oficina pensándo, que podría haber sido una mañana fantástica.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Somos uno, somos dos


Nos lo preguntamos casi todas las mujeres y algunos hombres también, porqué no. ¿Por qué el amor nos hace sufrir? Parece que nos enamoramos y automáticamente empezamos a padecer cosas.

¿Me quiere? ¿No me quiere?, deshojamos margaritas, sin darle remedio a nuestras dudas.
Será que somos dos en vez de uno, o sentimos perder nuestra individualidad, compartiéndonos, reflejándonos.
Esa idealización que no queremos que llegue a su fin jamás, nos tortura con el hecho de que indefectiblemente terminará. Pero se transformará en compañía, entendimiento mutuo, realidad, crecimiento. No lo vemos mientras estamos ciegos.
Espiamos, indagamos, perseguimos. La autoestima sube y baja rauda, frente a la idea de merecer o no actitudes, palabras, razones encontradas. "No me merece", "Es demasiado para mí".
Esperas que se hacen eternas y muchas veces paralizantes. ¿Me llamará?, ¿me dejará?, ¿seré la mujer/hombre de su vida? ¡Nunca me lo ha dicho! Esperamos tantas cosas del otro que cuando no llegan nos decepcionamos, nos hundimos en un mar de preguntas y miedos.
Nos enloquecen las ideas de separación y de unión. ¿Somos uno, somos dos?
¿Qué estás dispuesto a hacer por mí? ¿Qué estoy dispuesta a dar a cambio? No consiste en dar o recibir sino en ambas. No es un intercambio de figuritas, es te doy, me das, hoy no, mañana tal vez.
Es pasión desmedida, odio temporal, celos por no ser exclusivo y la dura aceptación de errores marcados fríamente por el otro. Por el que nos conoce de memoria. Ese que conoce nuestros secretos porque los intuye con sólo mirarnos. El que se ha hecho dueño de nuestra virginidad en todos los aspectos. Ese que nos quiere pero que no logra sacarnos la duda.
 No somos uno en el otro pero dejámos de ser uno en uno mismo. Somos uno, somos dos.

martes, 10 de noviembre de 2009

Puntos de vista

Respuesta al autor del dibujo:

Zapatos: También nos encantan las carteras y un buen libro, la música, las flores, un atardecer en la playa,….
Logro de deseos vs. Necesidades: Tratamos de abarcar los dos. Las necesidades de los demás y los deseos propios.
Olfato para todo lo que brilla: Es verdad, sabemos reconocer a una buena madre, a un buen marido, buenos hijos, amigos incondicionales,…
Memoria para telenovelas: Tal vez. Pero si buena memoria para una película que nos hizo llorar de emoción, que nos hizo recordar, que nos hizo creer que cuando uno está por rendirse, todavía queda una salida.
Glándula “Ya te lo dije”: Lamento aceptar que a los hombres hay que recordarles más de una vez, lo que no es su prioridad pero sí la nuestra.
Manejo de vehículos: Si podemos manejar a un hombre, que ciertamente podemos, lo demás es cosas de niños.
Centro del rumor y el chusmerío: Nuestros chismes llenan su vida después del trabajo. ¿Qué quieren? ¿Que hablemos de política, futbol o autos?
Glándula de la iniciativa en el sexo: Cuando estamos enamoradas, podemos ser las más acosadoras, obsesivas, salimos a comprar ropa interior sexy, etc. Toda la artillería está servida en bandeja para el afortunado, pero si no se da cuenta, es otra historia.
Centro de la limpieza de inodoros: Totalmente de acuerdo. Cero entusiasmo.
Compras compulsivas: Cuando salimos a comprar algo que no nos hace falta, es porque estamos careciendo de otra cosa que tratamos de suplantar y que por lo general, no nos es provista por los hombres.
Habla, habla, habla,………: Si, ¿y qué?
Generador de dolores de cabeza: ¿Quiénes, nosotras?

Cansada de chistes machistas, tengo un último consejo para el señor X.
Cuando alguien lo haga sentirse querido, adorado, único, casi un dios, recién ahí va a entender lo distintas, divinas, divertidas y locas que podemos ser.
Dejo para otro día, el cerebro del hombre.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Me encanta acostarme en el pasto y mirar el cielo........


                                            

Me encanta acostarme en el pasto y mirar el cielo. Todo lo que esconde, para mí es desconocido. No soy capáz de reconocer una estrella ni las constelaciones, vía láctea, etc. Sólo tengo la certeza de que el sol es el sol y la luna es la luna, que una estrella fugáz sirve para pedir el deseo más imposible y que algún día, lejano o no tanto, voy a pertenecerle.
Tal vez brille en él, un poco más que en la tierra. Quizás, alguien me haya reservado un lugar a su lado queriéndo tenerme cerca. Quién sabe, por ahí ni siquiera me corresponda un lugar en el cielo y yo lo estoy suponiendo como seguro. Aunque pensándolo bien, seguramente disfrutaría más estando en el infierno, odio el frío!
Hay dos tipos de personas, las que se van a ir al cielo y las que sin escalas, se irán directamente al infierno.
Los primeros, nunca dicen lo que piensan realmente, se quedan con ganas de muchas cosas, tienen pesadísimos cargos de conciencia, son puntuales, no mienten, van a misa por miedo más que por devoción, educan las 24 horas del día, nunca levantan la voz, son domesticables, .........
Los segundos, obviando los pecados indiscutibles, viven una vida inconsciente, no reprimen los deseos, hacen realidades las fantasías más locas, transforman imposibles en hechos, no callan, coquetean con la mujer/marido del íntimo amigo/a, piden prestado y nunca devuelven, .........
Conozco de los dos tipos de personas. En la tierra, trato de pertenecer al primero pero en algún momento, me encantaría probar un poquito del segundo.
Me encanta acostarme en el pasto y mirar el cielo........

lunes, 2 de noviembre de 2009

Te fuíste


Ya pasaron dos años y parece que fue ayer. La frase hecha más ridícula y repetida de todas. No parece que fue ayer, se siente como si hubiesen pasado mil años. Mil años sin tenerte.
Te fuíste sin avisarnos, sin preguntárnos si estábamos de acuerdo y dejándo cosas pendientes. ¿No se te ocurrió la tristeza que significaría para nosotros, no tenerte más?
Han pasado dos años y no dejámos de pensar en vos o de nombrárte cada día. Siempre surge alguna anécdota, fotos de algún viaje de los tantos que hicímos, tus bromas pesadas, algo siempre hace que estés cerca.
Incurable imitador. Sólo nosotros conocímos tu verdadero yo.
Supíste llenar nuestros vacíos, callándo tu grito interior. Conmovernos hasta las lágrimas. También hacernos llorar de risa.
Pestañas de bataclana, nos dejáste con ganas de mucho más. Nunca más tu compañía, ni las salidas raras que nos deparaban un destino desconocido.  Nunca más Cachagüa.
Por eso no entiendo a la muerte, con tantos que no quieren vivir, que la desean, que le coquetean rompiéndo límites y aparece golpeándo nuestra puerta, orgullosa casi de su jocoso exterminio.
 "Te quiero a vos.
No quiero al que está sufriéndo en una cama de hospital.
No deseo al que me implora que lo lleve.
Te quiero a vos, fuerte y jóven.
Para que los demás me respeten.
Para que aprendan que la vida, les puede durar un suspiro más.
No quiero que me teman, quiero que aprendan a vivir.
Si yo no existiera, la vida no tendría ningún valor.
Gracias a mí, ella existe."
Brindémos con una quirquincha, estás más en la tierra que en el cielo. Nunca te vamos a olvidar.
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