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viernes, 4 de septiembre de 2009

No estás



Te espero ansiosa. Han pasado sólo quince días y han dolido como si hubiese sido un siglo.
He preparado tu comida preferida. Tu ropa está guardada, siguiendo la gama de colores como te gusta. Todo está en orden  menos yo, que trato de disimular la ansiedad.
Te espero en el bar del aeropuerto tomando un café.
He bajado del auto, el libro que llevo siempre para estas ocasiones. Me averguenza sentarme sola y no tener algo para leer.  Aunque con el libro abierto delante de mí,  y Kundera diciéndome con su Identidad, ¿cómo se puede sufrir por la ausencia de alguien que está presente?, no dejo de pensar en nuestra última pelea. El avión viene demorado. El tiempo me sobra como para pensarte.
Me reprocháste no quererte lo suficiente y tal vez sea cierto. ¿Cómo disimular mi insatisfacción, si cada una de tus miradas y  tus palabras hacia mí, son como lanzas cargadas en sus puntas con veneno?
Me elevo no se a cuál dimensión y te imagino. Nos imagino juntos, dándonos la espalda, como si quisiésemos cortar, el último hilo que nos une.
El avión está aterrizando y yo a la vez, regreso de mi inconciencia nuevamente a la silla del bar. Me paro y con paso rápido y nervioso, me dirijo hacia la puerta dos. Siento que cabe la posibilidad de que alguien adivine mi tristeza. Miro en un vidrio mi reflejo y si, es probable que lo adivinen.
Te alcanzo a ver. Ahí estás con tu bolso al hombro, despreocupado, sin buscarme con la mirada entre la gente allí parada. Te miro pero no hay respuesta. Espero.
¿Puede ser aquel, el mismo hombre que yo amé? Si, sos vos. Me miráste y te descubrí en esos ojos, señalando "ahí estás". No me esperabas.
Y me siento con ganas de desaparecer entre la muchedumbre. De no haber ido. Al menos, podría  haber fingido indiferencia. Pero ahí estoy. Y tus ojos no han aprendido todavía, a fingir como los míos. Ha dejado de ser para vos, la alegría del reencuentro. He dejado de ser para vos, la mujer de tus sueños. Claro, ya soy tu mujer. Ya soy tuya.
Y Kundera, desde sus páginas arrugadas, me asegura que se puede sentir nostalgia del ser amado, cuando se vislumbra un porvenir, donde él ya no está.

3 comentarios:

Pablo dijo...

que bueno poder expresar en palabras un sentimiento y que se pueda sentir lo mismo que estas leyendo.....

Gabriel Ramírez dijo...

Paula: Te deseo muchos éxitos con este proyecto. Leeré con mucho interés lo que vayas contando.

Anónimo dijo...

Me encanta como escribís y vos lo sabés, es verdad lo del primer comentario, a mí me pasa lo mismo. Un beso. Luz

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