Una de brujas

__ ¡Clarisa, no podés creer en esas tonterías!

Pero ella estaba convencida de que sus hechizos funcionaban, siempre y cuando, uno tuviera fé en ellos. Aunque el último, en el que hubo hecho muchas pruebas antes de colocarlo debajo de la almohada de Cirio, le trajo el inconveniente de que lo encontrara y en vez de acercárlo amorosamente, no sólo le costó una discusión sino su alejamiento por casi una semana.

__ ¿Se puede saber en qué estás experimentando ahora?__ le preguntó con tono burlón.

__ En una brujería para adelgazar. ¡Mis amigas van a agradecérmelo toda la vida!__ no le importaba si realmente preguntaba con interés, ella siempre le respondía fascinada sobre sus encantamientos, y además, necesitaba probarle que su talento, heredado de generación en generación, no era sólo un pasatiempo más.

La mañana del miércoles en ayunas, colocó agua en una taza y tantos granos de arróz como kilos quería perder y la tapó. Esa misma noche, la bebió dejando el arróz en el fondo para volverla a llenar.

Por la mañana del jueves, bebió el agua y repitió el procedimiento y al día siguiente también pero esta vez, tragando los granos.

Cirio le preguntó irónico__ ¿Habrá algún hechizo que logre que prestes más atención a las cosas importantes de la vida?
__ ¡Acabo de tener una idea mucho más brillante que la tuya! Voy a tratar de encontrar uno para que los príncipes azules, no se conviertan tan rápidamente en sapos.