Van Gogh

Lamentándose por no poder vivir cien años más, él suponía que no llegaría a apreciar el reconocimiento del mundo por su obra.

Su mirada entre lúgubre e irritada, mostraba el peso de una vida fría y triste y el no poder desprenderse de la deuda que tendría de por vida con su hermano menor.

__ Me entregáste todo y yo no puedo darte nada a cambio, sólo mis tristezas y unos cuantos lienzos sin valor. Ya ves, en vano dí mi vida por el arte.

Pero aquí te dejo mis mustios girasoles y mi humilde cuarto. Te entrego mis amarillos y naranjas y mi melocotonero en flor. Te regalo pinceladas ondulantes en mares y cielos índigos, todos mis sentimientos, mi pipa y hasta mi oreja derecha. 

Muchas situaciones marcaron su vida y le dan crédito a esos rasgos atribulados. Tal vez el haber recibido el mismo nombre que su hermano nacido muerto, el mismo día que él un año antes, fuera una de las causas. Él mismo aseguraba que su juventud había sido estéril. Palabra fuerte para definir el propio pasado. Palabra que explica el verdadero significado de frustración.

Hospitales y clínicas lo alojaron, aunque su refugio ideal siempre fue la irrealidad. Los ruidos y las voces que escuchaba en su cabeza, le suplicaron un día emprender la retirada. Retirada con pena y sin gloria.