Frente a un "divorcio confuso", la gente se siente con derecho a dar su opinión. ¿Quién tuvo la culpa? ¿Quién la razón?
Y dan por sentados chismes que escuchan por ahí suponiendo que conocer los detalles los hace menos vulnerables. Que los ubica en una posición de amparo: "Yo sé que esto pasa y que le puede pasar a cualquiera, pero..."
Lo curioso es que escuchando diferentes opiniones, sin darse cuenta o quizás pensando que nadie lo va a notar, cada uno relata su propia intimidad o su miedo a la traición.
Cuando le ponemos palabras a nuestros sentimientos es porque queremos ser escuchados.
Cuando le ponemos palabras a los sentimientos ajenos arbitrariamente, por lo general es porque no nos animamos a ponerles nuestro nombre y apellido.
En el fondo, muy en el fondo, convivimos con el no puedo, no debo, no se hace,... Las decisiones son personales. Los riesgos también lo son. Y calculo que los motivos del que se arriesga deben ser valederos al menos para sí mismo. En cualquier caso, el castigo o el indulto no nos corresponden.
Y el que no tenga un pequeño demonio adentro susurrándole de vez en cuando ideas prohibidas... que arroje la primera piedra.
"Si nosotros somos tan dados a juzgar a los demás, es debido a que temblamos por nosotros mismos."
Oscar Wilde
10 comentarios:
muy cierto ... ¡qué lance la primera piedra el que no tenga pecados? Y nadie lanza. Así ocurre en la vida normalmente.
Cuanta razón tiene Wilde. lo cierto es que nos aventuramos a juzgar a la ligera, sin miramientos. Tal vez porque no nos atrevemos a hcer nuestra propia introspección
Besos
Totalmente de acuerdo con tus palabras.
Y es que la mayoría de las veces, reconocemos en los demás tanto nuestras virtudes como los defectos y ante la crítica, como bien dices y de manera muy sutil nos calificamos íntimamente. Y es que en fondo los humanos somos espejos en los que mirarnos.
Te dejo un fuerte abrazo.
Quizás es que nos creemos poseedores de la verdad ante las misérias de los demás, sin reparar en que también nosotros pertenecemos a la misma especie y por tanto, con parecidos defectos y virtudes de esos a quienes nos atrevemos a juzgar.
Un abrazo, querida amiga.
Paula, el ser humano a veces no puede ocultar ese punto oculto de soberbia que le permite situarse al frente de un tribunal popular o inquisidor que juzga y sentencia, con pruebas o sin ellas, o como muy bien reflexionas, adjudicándole a los demás sentimientos, pensmientos y faltas propias.
Initeligente aportación, como siempre.
Abrazos
Acertada y lùcida reflexiòn Paula.
Quien es uno para juzgar?
Besitos.
Lo has descrito genial.
Somos espejos unos de otros, así que lo que vemos en los demás es un reflejo de lo que no nos atrevemos a ver en nosotros mismo.
Hace tiempo que no me permito juzgar a nadie, y si se me escapa, como una flatulencia maloliente, pido disculpas y sonrio.
Ánimo y un abrazo.
Así es, Paula.Como lo de la paja en ojo ajeno y... no vemos la viga en el nuestro.
Un abrazo.
Siempre he pensado que aquel que se ocupa de la vida de los demás, tiene una vida muy vacia....... Me gusto tu entrada. Besos
Colocarse donde no se debe es muy sencillo y peligroso. Y casi siempre un gran error.
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