Todo lo que tengo hoy para decir, sale de mi corazón. Corazón que no quiere dejar de latir, que no para de hablar, que se niega a dejar de desear. ¿Lo sentís?
Todo el que está instalado en él, se siente acogido cálidamente. Todo el que por él ha pasado aunque sea un instante, se ha sentido amado.
Y hoy cumple mil aniversarios. El aniversario más feliz, el más doloroso, el del primer beso, el del último adiós. Y no se rinde, no se cansa ni se calla. Sigue fresco y cálido a la vez, como a los quince.
En él comenzaron las más divertidas aventuras, pasiones, viajes, amistades. Los amores más raros, platónicos, imposibles y los eternos también. Amores de mujer, hija, hermana, madre, nieta.
Ha tenido guías, maestros y discípulos. Ha sabido escuchar y aconsejar, gracias a que habla el idioma que todos conocemos, el idioma de sentir. No vas a tener problemas en conocerlo, siempre que para entrar golpees bajo y pases con ganas de quererlo pero no de entenderlo.
Tiene una sóla mano, nunca fue vendido ni comprado. Pero para qué te voy a engañar, tiene muchos kilómetros recorridos, algunos parches, cicatrices y demás, pero responde.
Mi corazón, tarde o temprano, responde.