Me perdí. No puedo regresar al camino que me había propuesto seguir. Está lejos de donde me encuentro ahora y no sé cómo volver.
Hay señales que me confunden, que me hacen pensar que no tengo que volver, que tengo que seguir buscándo. Pero éste camino, es nuevo para mí. ¿Y si me vuelvo a perder?
Veo un puente que me invita a que lo cruce. ¿Pero y si no es firme? Si del otro lado, tras esa oscuridad está otra vez la nada. No soportaría una vez más, la nada.
Sigo caminándo, con un poco de miedo y otro poco de intriga. Doy unos pasos más hasta llegar a él. Me mira suplicánte, me pide "cruzáme" una y otra vez. Quiero hacérlo, pero no puedo. Algo me detiene. Algo me dice que el camino seguro, es el camino ya andado, el conocido. La otra voz, áspera y firme, sigue suplicándo "cruzáme".
¡Pero mi camino no debe estar tan lejos! - le contesto.
Pero no podés dejárme ahora que llegáste hasta acá -- me responde. Cruzáme, camináme y si no encontrás algo que valga la pena, siempre habrá tiempo para regresar.
Pero me voy a alejar aún más y no va a haber vuelta atrás -- estoy aterrada y a la vez, tentada por conocer lo desconocido. Lo que me ofrece incertidumbre pero también fantasía.
Miro hacia un lado y hacia el otro. Uno se pierde en una sombra negra, casi siniestra. El otro, luminoso, me consuela con su seguridad, quiere ayudárme a volver.
Desando sobre mis pasos, huellas marcadas de tentación y regreso a donde siempre pertenecí. El lugar seguro me espera, no me pregunta, no me cuestiona nada, sólo me espera contenedor y amable.
Es imprescindible cerrar la puerta y tirar la llave. Ahí nadie me podrá lastimar más de lo que ya estoy.
jueves, 29 de octubre de 2009
sábado, 24 de octubre de 2009
Nostalgia
Dicen que lo pasado, pisado. El presente, mientras lo pienso, ya es pasado. El futuro, está a un segundo de ser presente y a dos de ser historia. Pero hay momentos que logran sobrevivir al tiempo. Hay momentos que vamos a recordar toda la vida y que cuando los recordemos, nos van a hacer sentir las mismas sensaciones, vamos a reproducir aromas en nuestra mente, palabras con sus propios ecos de inmortalidad, canciones dedicadas y hasta sentimientos enterrados, nunca superados, en lo más oscuro y recóndito de nuestro ser.
Pero surgen de la nada, tocándo campanadas de arribo, tratándo de ser bienvenidos y uno, un poco soñador y nostálgico, les da cabida en algún rinconcito del corazón. Soñar no cuesta nada.Esos momentos que dejaron huellas y nos marcaron para toda la vida. Momentos en que nos adoraban, nos dejaban, nos olvidaban. Épocas en que amábamos, odiábamos, abandonábamos y nos liberábamos. Situaciones que siempre van a recordarnos quiénes eramos en un tiempo pasado, colmado de besos, caricias, esperas. De llantos, perdones, alegrías y peleas. Un tiempo de probar cosas nuevas, de revelarnos ante todo, de ... me conformo con tenerte cerca. Me conformo con tenerte cerca.
Esos momentos, siempre vuelven, con otra intensidad, pero vuelven y se cuidan, se protegen de no contaminárlos con el presente. Se trata de que sigan siendo exclusivos, íntimos, secretos. Y lo son. Forman parte de nuestros recuerdos. Y de alguna manera, el protagonista de esos recuerdos, nos pertenece. Nunca dejó de ser nuestro. Posee un poco de nuestro corazón, fue parte de nuestra evolución, conoció todas nuestras caras.
Nunca quisímos perderlos, nunca los dejámos ir del todo. Son personas que nos hicieron crecer, que nos hicieron sentir únicos e irremplazables y tantas veces invisibles.
No, el pasado, no está olvidado. Simplemente, está muy bien guardado.
sábado, 17 de octubre de 2009
En tu día
Soportáste nueve meses de peso, sueño y dolor y llegué al mundo, desnuda de miedos, traumas, rencores y responsabilidades.
Me cuidáste como si fuese un tesoro, me alimentáste, abrigáste y divertíste. Me educáste, protegíste y acariciáste. Bueno, fui la tercera de cuatro pero supíste repartirte bien, aunque siempre hicíste que sintiera, que era la más importante. Por favor, dejáme que lo siga creyendo.
Tratáste de evitar que las cosas malas me pasaran cerca y aún hoy, me parece verte preocupada por mi vulnerabilidad, mi falta de maduréz y mi intolerancia a la tristeza.
Te perdono la impuntualidad, porque gracias a eso, mis hijas no la conocieron. Te perdono tus distracciones, porque así aprendí a rescatar recuerdos y contártelos. Te perdono........., no tengo nada que perdonárte.
Sos lo que quiero que seas, como quiero que seas y por suerte, sabés perdonar, escuchar y contener.
Perdonáme cuando no te llamo, cuando no te presto atención y por no invitarte a tomar un café de vez en cuando.
Perdonáme si no soy lo que soñáste que fuera, si te defraudé en algo, si te mentí y me descubríste, si te veo y no te miro.
Y quiero decirte una cosa más, la más importante, todavía seguís enseñándome tantas cosas, que me dejás pensando en todo lo que voy a tener que aprender, para que mis hijas me quieran , como yo te quiero a vos.
Ahora, intoxicada por la vida, puedo afirmar que sos una de las personas que me brinda aire puro, amor, compasión y comprensión. Te quiero, como la primera vez que te vi.
lunes, 12 de octubre de 2009
Esa otra
Podés repetirlo mil veces al día, en voz alta, en silencio. Podés dibujar corazones atravezados por mil flechas. Podés gritar a los cuatro vientos que es el amor de tu vida.
Podés escribir su nombre en un papel y guardarlo en la billetera. Podés contar que sin esa persona no podrías ser lo que sos. Tal vez, con el tiempo te lo creas. Tal vez, te convenzas de que es cierto.
Podés escribir mil poemas describiéndola, podés soñar que junto a ella lográs ser felíz y quizás, también te lo creas.
Pero no podrás evitar sentir lo contrario, no podrás engañar a tu corazón, cada vez que pienses en esa otra. La que llamó tu atención con unas pocas palabras, con una sola mirada, con un sólo café y con una noche llena de magia.
La que logró hacer tambalear tu edificación imaginaria, construída con tanto empeño.
Podrás negárlo, evitarlo, huir con pensamientos y palabras adornadas, pero vas a seguir sintiéndolo por dentro.
Esa, que nunca dejará de ser la otra, es la que ocupa tu mente. La que hace que te falte el aire por las noches, la que hace que inventes encuentros fugaces, la que ha transformado tus sueños en fantasías.
Esa, que ahora te tiene aterrado, descubriendo que sos tan vulnerable como cualquier mortal, no espera nada. No espera.
Buscás desesperado una salida, pero no la hay. Y seguís repitiendo tus frases hechas, mirándo como una se desvanece y la otra toma fuerza. Y te negás, lo negás. No querés seguir pensándola, no podés, es peligroso romper con los esquemas de lo habitual. Pero ahí está. Aparece sin ser llamada, con sus aromas a infidelidad, inestabilidad y desconcierto.
Esa otra, no espera nada. No corras, porque los pensamientos siempre te van a acompañar, hasta que por fin, logres olvidarla.
martes, 6 de octubre de 2009
Única
Para alegría de "todos" mis seguidores, hoy estoy felíz. ¿Porqué? Ni idea. Eso es lo mejor, no tengo motivos o tal vez...
¿Será que empieza a florecer el jardín gracias a todos mis cuidados? ¿O será que ya pasó el viento zonda?
¿Será que no he salido de casa y he evitado ver la realidad? ¿O será que no me he perdido de nada que valga la pena?
Las cosas marchan como deben, todo en su lugar, sin sobresaltos. Mis amigos me quieren y no me olvidan aunque los abandone. El liquidambar que planté no ha salido huyendo de mí. La familia, bien, gracias por preguntar.
Hace frío en pleno octubre, pero todavía puedo soportar unos días más. No extraño a nadie. No me duele nada.
Me olvido de cosas, pero alguien siempre me las recuerda. Lo poco que veo de cerca, me permite ver unas canas más de las que tenía en septiembre, pero no es problema. Me recuerdan mi edad que tampoco es un problema.
No sé qué me tiene tan bien.
¿Será que soy única? ¿Diferente? ¿Que me siento única entre tantos uniformados? Tantos siguiéndo desesperados la etiqueta de pertenecer a ... no sé qué. Tantos desesperados por complacer.
Si, soy única. Soy yo. Y lo mejor, es que soy mía.
¿Será que empieza a florecer el jardín gracias a todos mis cuidados? ¿O será que ya pasó el viento zonda?
¿Será que no he salido de casa y he evitado ver la realidad? ¿O será que no me he perdido de nada que valga la pena?
Las cosas marchan como deben, todo en su lugar, sin sobresaltos. Mis amigos me quieren y no me olvidan aunque los abandone. El liquidambar que planté no ha salido huyendo de mí. La familia, bien, gracias por preguntar.
Hace frío en pleno octubre, pero todavía puedo soportar unos días más. No extraño a nadie. No me duele nada.
Me olvido de cosas, pero alguien siempre me las recuerda. Lo poco que veo de cerca, me permite ver unas canas más de las que tenía en septiembre, pero no es problema. Me recuerdan mi edad que tampoco es un problema.
No sé qué me tiene tan bien.
¿Será que soy única? ¿Diferente? ¿Que me siento única entre tantos uniformados? Tantos siguiéndo desesperados la etiqueta de pertenecer a ... no sé qué. Tantos desesperados por complacer.
Si, soy única. Soy yo. Y lo mejor, es que soy mía.
viernes, 2 de octubre de 2009
Ecos
Hoy te levantáste triste. Más triste de lo usual. Mientras preparabas el desayuno, se te escaparon un par de lágrimas, que se mezclaron con el vapor del café y con la niebla de la mañana.
Decidíste volver a la cama un rato más, buscando algo que te ayudara a intensificar ése sentimiento. Así somos las mujeres, te comprendo.
Sintonizáste la película más triste de todos los tiempos, que te recordó tu infancia, tu primer amor, tu primera vez. Y llegaron como ecos recuperados del baúl polvoriento de los recuerdos, olores, cosquilleos en el estómago, decepciones nunca superadas, el sabor en los labios, de lo que significó para vos en una época remota, la felicidad.
Nunca hay que comparar, pero no pudiste con tu genio. El pasado, siempre fue mejor.
Y seguíste tratándo de atrapar, ecos de momentos inolvidables, esperas ansiosas de llamadas y flashes de reconciliaciones apasionadas. Las lágrimas, ya nadie podría detenerlas.
Hicíste memoria, no querías desperdiciar la melancolía matinal. Y descubríste que, efectivamente, el pasado fue mejor. Que esos sentimientos sin control, la emoción de un encuentro, el amar sin esperar nada a cambio, no volverán a llamar a tu puerta.
Que lo que estás viviéndo y siendo, son sólo ecos imitadores de lo que fuíste. Y lo que fuíste, sólo sobrevivirá si no lo olvidas jamás.
Decidíste volver a la cama un rato más, buscando algo que te ayudara a intensificar ése sentimiento. Así somos las mujeres, te comprendo.
Sintonizáste la película más triste de todos los tiempos, que te recordó tu infancia, tu primer amor, tu primera vez. Y llegaron como ecos recuperados del baúl polvoriento de los recuerdos, olores, cosquilleos en el estómago, decepciones nunca superadas, el sabor en los labios, de lo que significó para vos en una época remota, la felicidad.
Nunca hay que comparar, pero no pudiste con tu genio. El pasado, siempre fue mejor.
Y seguíste tratándo de atrapar, ecos de momentos inolvidables, esperas ansiosas de llamadas y flashes de reconciliaciones apasionadas. Las lágrimas, ya nadie podría detenerlas.
Hicíste memoria, no querías desperdiciar la melancolía matinal. Y descubríste que, efectivamente, el pasado fue mejor. Que esos sentimientos sin control, la emoción de un encuentro, el amar sin esperar nada a cambio, no volverán a llamar a tu puerta.
Que lo que estás viviéndo y siendo, son sólo ecos imitadores de lo que fuíste. Y lo que fuíste, sólo sobrevivirá si no lo olvidas jamás.
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