__ Cuatro, __ respondí __ un hombre y tres mujeres.
__ Mmm, tres mujeres. Ustedes guardan todo, cartitas, recuerditos, cositas. Nos vamos a demorar más seguramente __ contestó irónico.
Y si, descubrí muchas cosas que no me acordaba que tenía, que con un placer intenso abracé aspirando pura nostalgia.
Entonces el miércoles, partí con lo básico que hay en una casa pero también con mis "cositas" al hombro, de las cuales no me quise desprender. Y sentí algo así como un destierro hacia un destino ajeno. Ajeno porque este no es el final del camino. Ajeno porque es desconocido. No tiene mis perfumes ni mis flores ni mis memorias. Eso es para mi, un lugar sin memoria.
"Cositas", pensé. Una cajita con los dientes de leche de mis hijas, cuadernos con sus primeras letras, otra caja con cartas y fotos, diarios escritos en mi adolescencia, mi vestido de novia, etc...
¿Por qué será que lo que para algunos podría ser prescindible, para mi es tan importante?
Siento que una parte de mi se apoya en el pasado aunque digan que no debería ser así. Siento que me transmite lo que fui y el porqué de lo que soy. Ahí es donde habitan mis fantasmas. Donde nacieron mis miedos. Donde moran mis felicidades más entrañables.
Mis "cositas" como dijo el señor de la mudanza, es probable que hayan vuelto a ver la luz en el mejor momento. El momento de cambiar no sólo de domicilio sino también de rumbo.
"Quise cambiar al mundo y nada cambió. Cambié yo y todo cambió."
Autor anónimo