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lunes, 29 de noviembre de 2010

Magia



Hoy quiero dedicarte un acto de magia.
Primero, quiero que estés dispuesta a recibirlo. Segundo, si lográs atesorar algo de lo que te quiero dar, te auguro felicidad o al menos, menos esfuerzo por querer ser otra persona.  Porque al fin y al cabo, ¿cuánto puede durar una mentira? ¿Cuán ingenioso puede ser engañar, cuando una sola palabra puede tirar por tierra tanta edificación ficticia?
No sé bien las palabras mágicas, pero tal vez funcione...

Le estoy pidiendo a mi varita mágica que saque de la galera...
Valor para aceptarte aunque no seas la persona de tus sueños,
oídos inocentes para aprender a escuchar y no malinterpretar,
labios virtuosos para defenderte sin lastimar,
manos para tocarte y así comprobar que sos especial pero no omnipotente,
coraje para enfrentarte cada día a tu realidad aunque no sea la esperada,
ojos para ver con claridad lo bueno que dejaste pasar indiferente,
un corazón benévolo para no juzgar con resentimiento,
sensatez para aceptar que la mentira acarrea soledad,
inteligencia suficiente para notar que los demás también la tienen,...

Si hubieses puesto la mitad de tu corazón, hoy no estarías curando lo que quedó de él.
Si tus palabras no hubiesen sido tan confusas, hoy serían otras las preguntas.
Si hubieses sido sincera, hoy no tendrías que pedir perdón.
Dificil pero... ¿imposible?

jueves, 25 de noviembre de 2010

Los 4 elementos



Quisiera ser fuego para arder en tu presencia. Para crepitar y ser escuchada. Para alumbrar el sendero cuando me pierda. Para ser pasión y locura. Para ser escarlata como carne viva. Para quemar cuando mi cuerpo lo pida.

Quisiera ser tierra para poseer su sabiduría. Para protestar con todas mis fuerzas cuando me lastimen. Para alimentar todo lo que en mi crezca con bondad. Para ser pueblo y nación de mis soledades. Para enterrar los odios y el resentimiento. Para ser paraíso sin necesidad de morir.

Quisiera ser agua para fluir natural. Fuente de vida para alojar mis delirios. Manantial de letras para compartir. Río manso para contenerme, río bravo para darme vitalidad. Cristalina para reflejarme. Como el mar para atesorar recuerdos. Como el lago para calmar mi ansiedad.

Quisiera ser aire para poder volar. Para viajarme de costa a costa. Para limpiar de hojas secas mi alma. Frío y cálido para equilibrar mis estaciones. Huracán indómito para movilizarme. Brisa húmeda para refrescar olvidos.

Quisiera ser los cuatro elementos para llenar mi universo. Para tener poder sobre mis sentimientos. Para comprender mejor mis misterios. Para aprenderme. Para protegerme.

martes, 16 de noviembre de 2010

Escribir la vida


Camina sus días, con el peso de una nueva década por cumplir. ¿Quedarán rastros del soñador que fue?  
Piensa que si los recuerdos, podrán regresarlo a sus jóvenes ideales, a sus pérdidas más entrañables, a los días en que lo importante, era ser fiel a si mismo.   
¿A qué le tiene miedo? ¿Qué teme perder ahora? Sus páginas siguen pasando, pero lucha por comenzar a leer desde el principio. 
Como su Divina Comedia, siente que desciende al infierno en castigo por sus pecados. Que sube escalón por escalón hacia el purgatorio, redimiéndolos. Pero es pronto para el paraíso. Sus peldaños no han terminado aunque ya se sienta cansado.
Como su Quijote, tragicómico, entregado a los caminos queriendo quemar los capítulos que lo hicieron sufrir. Como Don Juan Tenorio, contando el número de mujeres seducidas. Como Otelo, con ansias de morir por no tolerar más las injusticias.
Lo escrito, escrito está. Lo que fue, nunca más será. Sólo recuerdos para visitar en soledad.
Tal vez su libro, necesite más letras vividas y no tantas soñadas. Tal vez le esté demostrando que al fin y al cabo, no tiene ni tendrá la solución a todas las tristezas. A lo mejor releerlo no sea la salida. Reescribirlo, tampoco.
Posiblemente, no le haga falta un inventario de derrotas y logros, para que el tiempo le demuestre, que valió la pena haberlo escrito.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Reflejo


Me inventaste. Creaste sobre mi tus necesidades y me dejé llevar por tu lápiz. Me gustó la idea de ser tu obra maestra. Y me entregué completamente pura en alma y cuerpo.
Primero dibujaste mi contorno. Sutil silueta de ángel. Un cuerpo para calentar el tuyo. Manos para calmar tus penas.
Y comencé a respirar.
Dibujaste luego unos ojos. Esos que no miran nunca al costado. Que no ven más allá del horizonte. Ojos enceguecidos por su propia luz.
Y empecé a ver.
Me diste oídos. De esos que escuchan su propia voz. Que sienten su corazón como único hacedor de grandes proezas. Oídos sordos al lamento interno.
Y comencé a escuchar.
Le sumaste a tu proyecto, una nariz. De las que sólo adivinan aromas en celo. Que suponen que el aire desaparecerá con cada una de sus aspiraciones. Nariz sin olfato para descubrir mis misterios.
Y empecé a sentir.
Me faltaba una boca. Te dio temor, pero de todos modos decidiste que tendría una. Y fue de las que nadie encontraría en sus palabras, una respuesta. De las que nunca callan para dar paso a otras. Boca jugosa en lenguajes vacíos.
Y comencé a hablar.
Cuando estuve terminada. Cuando acabaste de moldearme a tu imagen y semejanza, encontraste en mi  tu reflejo y en ese mismo instante, dejaste de amarme.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Como un viejo árbol

¿En qué momento de la vida le permitimos a la razón ganarle a la imaginación?
¿En qué segundo decidimos que ya eramos adultos como para seguir creyendo en los sueños?
¿En qué minuto nos dimos por vencidos ante la realización del deseo más ridículo?
Creo que cuando empezamos a creer que se nos había terminado el tiempo de hacer y sólo nos quedaba el de ser simples observadores.
¿A qué hora del día permitimos que decaigan nuestras ganas de inventar una historia diferente?
¿En qué mes del año, dejamos que nuestra mente envejezca tanto como para no recordar el camino que queríamos andar?
¿Cuántos años nos hacen falta para aprender que no es imprescindible deslumbrar sino deslumbrarnos?
Necesito tiempo sin medida para perderme una y otra vez en mis callejones sin salida. Para entender que la contradicción es vivir buscando y no andando. Es querer ver la vida como un trabajo pesado y no como una suma de momentos y logros. Esos que todavía siguen madurando en mi desvalorizado inventario. Como un viejo árbol pero con frutos dulces.
Ahora necesito un poco de ese tiempo sin medida, para aprender a saborearlos y mucho más, para darme cuenta de que por fin me dí cuenta.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Hacia atrás

Estuve recorriendo mi blog por primera vez desde el primer escrito. Y noto que hubo un cambio grande en el contenido.
La verdad es que al principio escribía sólo para mí. No interesaba si lo leían, los seguidores, las visitas. Era un hábito que se transformó en necesidad. Pero con el tiempo, desconocidos y otros no tanto, se interesaron en mis escritos, quizás porque estaban buenos o para descubrir en ellos algún secreto escondido. Fue ahí, cuando comencé a "ocultar" esos sentimientos más fuertes que suelen movilizarme y desde ese momento, sin darme cuenta, dejó de hacerme feliz.
Para los que no escriben un blog, les cuento que no es tan diferente a la vida misma, "Yo te doy y recibo algo a cambio"... por ese motivo, dejé de saber si realmente les gustaba o pasaban a leerme porque antes había pasado yo a leerlos a ellos. ¿Suena egoísta? Si, puede ser. "Mi blog se nutre de tus comentarios".
Para los que si escriben y me dejan sus comentarios, nunca leo algo que no me interese. Prefiero perder el tiempo haciendo otras cosas.
 Este sitio no va a ser otro desde hoy.  Así como me costó que fuera lo que los demás querían, lo cual obviamente no tengo la certeza, me llevará tiempo para que vuelva a ser lo que yo necesito.
En pocas palabras: volver a escribirme a mi misma.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Burbuja

Cuando estoy en tu interior, los deseos imposibles desaparecen, los sueños de libertad pierden sentido, la noción creada de lo tentador me abandona.
¡Nunca me dejes escapar!
No dejes que otros cuerpos rocen la piel virgen que un día te ofrecí. No permitas que mis alas se desplieguen porque enturbiarían tus aguas claras. Nunca consientas a mis ojos a buscar la luz ni aún para curar las llagas del alma.
No le concedas al viento el derecho de jugar con mi ser sumiso. No autorices jamás a mis labios a probar la miel de otro panal.
Prohibe a mis oídos que escuchen otras melodías. No le posibilites a ningún retazo de mi, encontrar esa salida. Ese elixir que todo lo remedia, el idilio entre el que busca un corazón queriendo querer y me encuentre deseándolo, el bálsamo que adormezca mis prejuicios, porque el día en que atraviese la burbuja que creaste, tal vez una parte de mi regrese pero la otra, seguirá sufriendo por siempre, la nostalgia de continuar sintiendo lo sentido.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Castigo

Aunque han pasado varios meses desde que Ana decidiera terminar con su vida, la conciencia no lo deja dormir.
El silencio de la casa retumba en ecos de lamentos. No ha vuelto a comer bien y el autocastigo quebranta cualquier pensamiento positivo. Camina por el pasillo, a oscuras, mirando sus fotos. Esas paredes se han convertido de a poco en su propio patíbulo.
Entra en el dormitorio y siente su presencia. Un calor asfixiante lo envuelve quitándole el aliento. Su imagen en el espejo, lo deja paralizado mientras la escucha: Tendrás que pagar por lo que hiciste.
_ ¿Te parece poco mi sufrimiento? ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
_ Lo sabrás esta noche en tus sueños _ le responde desvaneciéndose con una brisa tibia.
Esa noche Ana aparece por segunda vez, dejándole claros sus deseos.
Amanece. Se viste, se peina, se arregla. Camina hacia cada una de las ventanas, abriendo después de meses, las cortinas y persianas. Pone en orden la casa y riega los olvidados geranios, mientras se atormenta pensando que no podrá soportar por mucho tiempo el castigo.
Toma el teléfono y habla con la hermana de su difunta mujer :
_ Laura, ella quiere que nos casemos.
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