Fuímos escritos para no aprendernos jamás.
Espejos, sombras y ecos.
Espejos que confirman la realidad. Que disimulan lo ideal y lo irreal. Espejos rotos contemplando la posibilidad de juntar de a uno los pedazos. Que responden cuando no se encuentran las palabras afuera. Repletos de imágenes sin nombre. Hogar y prisión. Melancólicos compañeros desdoblados por el tiempo.
Sombras de los sentimientos. De los deseos. De los secretos. Sombras que resisten a la conciencia. Sombras sin huellas. Rehenes de un cuerpo sorprendido por la luz. Figura solitaria de ambivalencia. Melancólicas compañeras relegadas por la materia.
Ecos de una voz que no suena. De lo que imitamos. De la memoria infinita de pasados felices. De palabras contaminantes. De la respiración que se quedó sin aliento. Melancólicos compañeros de las necesidades.
Fuímos escritos para no aprendernos jamás.