Se desvanece. Por fin fluye hacia afuera relajando los músculos. Ya pesó, agobió, desgarró. Ahora se va pero queda latente. Espera que la fortaleza se apodere de los jirones que dejó. Que borre su huella encendida de lágrimas y penas. Que cure las heridas del apocalipsis interno. Espera. Escondido. Atento.
Murmura de vez en cuando amenazas de locura. Sopla leve alrededor de la tranquilidad momentanea. No duerme.
Y cuando algo debilita el ser. Cuando una mínima palabra revoluciona por dentro esa paz pasajera. Cuando los vientos soplan en contra, aflora nuevamente para hacer lo que tan bien sabe. Para lo cual no fue creado sino que se inventó a si mismo. Para confundir al alma que pierde el sentido de lo que está bien o está mal. De lo bueno y lo infame. De lo que adeuda o merece.
Por ahora, sólo queda disfrutar de su ausencia.
6 comentarios:
Paula, ese enemigo íntimo que trabaja entre tinieblas, que se esconde por las sombras, que se solapa bajo gestos adustos o forzadas sonrisas, surge como de un truco de magia y lo desbarata todo. Y comienza el exilio, no siempre anuncia su llegada y se ignora la hora y el día que se retirará. Pero como termina tu profunda y doliente reflexión, cuando el enemigo íntimo desaparece, son tiempos de celebración.
Tu intenso relato me ha encantado
Abrazos
Hay que tenerlo "cortito" porque sus movimientos son solapados....hay que estar atentas!
Besos Paula.
Y pensar que reside dentro de nosotros; lo asocio con la culpa que agobia y solo renace en la aceptación y el perdón al otro y a uno mismo. O puede ser algún tipo de conciencia ( impuesta) castradora. En cualquier caso, un excelente relato. Un saludo, vecina.
Echaba de menos las voces de tu alma. Besos Paula
Es parte de nosotros, ese es el peor el que no controlamos, el que nos hiere a pesar de que no queremos...
Buen escrito
Besos
Disfrutar de la ausencia para añorar la presencia.
Saludines.
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