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sábado, 28 de mayo de 2011

Recuerdos del alma

Nunca olvides lo que un día fuiste. Ni todos los planes para el futuro que imaginaste en la infancia, aunque no se hayan concretado ni lo hagan jamás.
Nunca borres de tus recuerdos los aromas de la niñez. La canasta de mimbre del jardín de infantes. La siesta obligada el día de Navidad. La casa en donde creciste. La primera bicicleta. El primer libro que te regalaron. El primer beso. Pero sobre todo, no deberíamos olvidar porqué nos sentíamos incomprendidos. Porqué hacíamos las cosas que lograban que nuestros padres, a nuestro criterio, no entendieran nada de nada.
Con los recuerdos de nuestros hijos vamos borrando los nuestros. Vamos haciéndolos cada vez más insignificantes porque en el fondo, estamos constantemente tratando de recordarles quiénes fuimos para ellos, cuando nacieron. Cómo fue el momento en que descubrimos su primer diente, oímos su primera palabra, acompañamos en sus primeros pasos.
Uno va olvidando de a poco la propia infancia para no descuidar la suya y velamos por su memoria seguramente para subsistir en ella.
Es el único amor que no tiene límites ni reglas a seguir. Son por quienes nos relegamos casi con placer sin esperar recompensas. Por los que daríamos hasta la vida por un segundo de su alegría.
Por eso y por otros tantos motivos más, no quisiera olvidar que mucho de lo que no entendí también ahora me hace incomprensible como madre. Que mucho de lo que no entendían de mi, ahora las hace incomprensibles como hijas.
Y aunque a ellas les cueste imaginarlo en blanco y negro, yo también fui chica alguna vez!

lunes, 16 de mayo de 2011

Navegando

El viento llena mis velas. Navegando mi interior me lleva hacia lo más lejano, donde creo que nunca estuve y me muestra a mí misma en situaciones en que no me supe ver jamás.
El viento insiste en que me reconozca. En esa estela, en esa espuma que aún sigue brillando. Pero no la veo.
El mar de la inconciencia, golpea fuerte mi rostro. Frío embate de recuerdos encallados en todos mis rincones. Pero no despierto.
Trato de desechar la bitácora que todo lo sabe por la borda, pero la corriente la devuelve a mis manos. No quiere que olvide.
No hay brújula que me lleve a donde quiero. Parece que sólo a la deriva encontraré lo que el viento me quiere mostrar.
Pierdo el timón. Pierdo las fuerzas y me dejo llevar. Allí, en donde me encuentro y te encuentro. Donde la memoria me engaña a diario haciéndome creer que no puedo. Que no podemos.
Y despierto. De regreso en la orilla. Consciente de la dificil tarea de recuperarlo todo. De recuperarme una vez más.

domingo, 8 de mayo de 2011

Ser

Ser y desaparecer escondida tras un lienzo predestinado a acogerme sin preguntas.
Ser para exaltar las menudencias de la vida olvidando lo que la mayoría olvida, porque damos por sentado que allí estará siempre.
Ando los caminos que evidentemente elegí andar. Caminos de incertidumbre que no puedo descifrar. De miedos que debería superar. De emociones que todavía no sé manejar.
Ando casi a ciegas, desconectada, hasta de mi misma, viendo la vida pasar cerca, sin ser la protagonista principal.
Ser porque debo. Ser porque soy.
Ando a los tumbos entre indiferencias y recelos. Sintiendo sin sentir, pensando,...
Y el tiempo no espera decisiones cruciales, ni espera a que encuentre un destino. Simplemente sigue el suyo.
Yo si espero. Sentada. Viendo cómo pasa lo que no estaba planeado. Lo que no debía ser y fue. Lo que hice de mi esperando que alguien lo acomodara. El anverso tal como lo ves y el reverso de una historia que no encuentra todavía su propósito.
Ser... qué palabra simple.
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