Evidentemente, tengo un problema con el tiempo.
Mi lado de allá... pensamientos irreproducibles, deseos que no puedo contar. La preocupación por desconocer el futuro, el alivio de la incertidumbre, el impulso de aprender cada día algo nuevo, escasas palabras y sueños secretos, muchos sueños.
Mi lado de acá... lo que dejo ver, lo cotidiano, el amor que sea capaz de dar, todas las risas posibles que pueda arrancar de mi boca, escasas palabras y sueños conocidos, muchos sueños.
Otros lados... yo también dibujé con tiza en la vereda, los nueve mundos de mi rayuela. Me pregunto en qué mundo estoy. Cuánto me costará permanecer en la tierra. Cuánto me quedará para llegar al cielo. Cuál mundo sufrí más, cuál menos.
¿En qué momento me convertí en lo que soy y dejé atrás lo que era? es la pregunta recurrente.
Como decía la Maga de Cortázar: "— Es tan violeta ser ignorante. Yo no me sé expresar. A lo mejor otras podrían explicarlo mejor, pero yo siempre he sido igual: es mucho más fácil hablar de las cosas tristes que de las alegres.—"
Quisiera llegar al cielo, habiendo pasado antes por la tierra.