Sólo él sabe recorrer las calles de mi alma, suspirando cansado, siendo custodio fiel de mis más oscuros secretos y juez implacable de fantasías incumplidas. Burlándose de mi debilidad, pone piedras en mi equipaje y me desafía mostrándome los más queridos recuerdos, allí donde quise detener el tiempo.
Recuerdos transformados en jardín donde reposar. Jardín del alma donde conservo lo mejor de mí y de mi pasado. Jardín que visito por las noches en sueños, donde las sombras que me visten, caen por sí solas. Donde juego con mi soledad, liberándola de su rincón oscuro.
Murmullos del pasado recorren mis ríos de sangre, llevando aromas y melodías añejadas.
Y desando pasos una y otra vez. Una y otra vez.