En mis vacaciones visité la casa de Pablo Neruda, a orillas de la playa en Isla Negra (Chile). Lugar rodeado de bosques con sus sombras, de magia y mucha poesía. Amante del buen vino, el mar y su mujer Matilde, supo dejar allí su huella.
En la entrada de la casa, en una viga de madera y tallada con la punta de un cuchillo, se puede leer la frase: "Regresé de mis viajes, navegué construyendo la alegría".
Estas campanas las usaba para avisarles a sus vecinos que había vuelto de algún viaje.
Un velero en tierra firme era el lugar en donde se sentaba a contemplar el mar y a tomar vino , y como dijo Nacho, quien tenía razón, el poeta decía que no necesitaba salir a navegar, prefería ser marinero en tierra firme.
El mundo de un verdadero escritor, apasionado por las letras que tanto me cuesta escribir, amante del vino que no tomo, capaz de seducir y hacer soñar a millones de lectores, enamorado de un mar que no alcanzo a ver.
Ni siquiera tengo un seudónimo que disfrace todo lo que no quisiera revelar. Él, Ricardo Eliécer Neftalí Reyes fue y seguirá siendo Pablo Neruda.
"Me gusta cuando callas porque estás como ausente...", en todo el silencioso recorrido, estas palabras no dejaron de sonar en mi cabeza.